Comprender el TDAH a lo largo de la vida: claves científicas y estrategias psicológicas

Publicado: 15 de octubre de 2025, 21:22
  1. Salud Mental
Comprender el TDAH a lo largo de la vida: claves científicas y estrategias psicológicas

Con esta nueva entrega, en el blog de Códex Psicología, abordaremos el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH: qué es, sus principales síntomas, la intervención recomendada y algunos consejos prácticos.  Si quieres saber más sobre este interesante tema, quédate a leer el siguiente post. Te lo explicamos.

1.    Introducción

El TDAH es uno de los trastornos del neurodesarrollo más estudiados y, al mismo tiempo, más debatidos. Se estima que afecta aproximadamente al 5-7 % de la población infantil y persiste en la edad adulta en torno a un 50-60 % de los casos (Asociación Estadounidense de Psicología, 2022; Organización Mundial de la Salud, 2019). 

Durante décadas, el TDAH se asoció erróneamente a “niños movidos” o a una “falta de disciplina”, lo que favoreció tanto la estigmatización como el infradiagnóstico. Hoy sabemos que se trata de una alteración compleja que implica disfunciones en los circuitos cerebrales responsables de la atención, la autorregulación y la motivación, moduladas por factores genéticos y ambientales. Comprender este trastorno a lo largo de todo el ciclo vital resulta esencial para diseñar intervenciones efectivas y reducir su impacto emocional, social y académico.

2.    Conceptualización y evolución del diagnóstico

El concepto de TDAH ha evolucionado desde las primeras descripciones médicas de la “inestabilidad motriz” (que datan del año 1902) hasta su definición actual incluida en el DSM-5-TR, el principal manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en el cual se refleja como un trastorno del neurodesarrollo con tres presentaciones principales:

Predominantemente inatento
Predominantemente hiperactivo-impulsivo
Combinado
Para establecer el diagnóstico, los síntomas deben estar presentes antes de los 12 años, manifestarse en más de un contexto (por ejemplo, escuela y hogar) y generar una afectación significativa del funcionamiento diario.

El reconocimiento del TDAH en la edad adulta supuso un avance decisivo. La investigación longitudinal evidenció que los síntomas no “desaparecen”, sino que se transforman: la inquietud motora infantil puede derivar en impaciencia, dificultad para mantener la concentración, desorganización o impulsividad emocional.

Desde una perspectiva clínica, hoy se entiende que el TDAH no es un déficit de conocimiento, sino de ejecución autorregulada: la persona sabe lo que debe hacer, pero tiene dificultades para iniciar, sostener o inhibir la conducta adecuada.

3.    Manifestaciones clínicas a lo largo de la vida

  • Infancia

En los primeros años predominan la hiperactividad motora, la impulsividad y la distractibilidad. El niño o niña se levanta con frecuencia del asiento, interrumpe, actúa sin pensar o cambia constantemente de actividad. La inatención se traduce en errores por descuido, olvidos y dificultad para seguir instrucciones. Estas conductas no derivan de rebeldía, sino de un problema de autorregulación.

El impacto se observa en el ámbito escolar (bajo rendimiento, sanciones, problemas con docentes) y social (rechazo o aislamiento). La frustración acumulada puede generar baja autoestima, ansiedad y comportamientos oposicionistas, si no se interviene a tiempo.

  • Adolescencia

Durante la adolescencia, la hiperactividad visible disminuye, pero aumentan la impulsividad emocional, la inestabilidad motivacional y la búsqueda de sensaciones. Es una etapa de riesgo para el consumo de sustancias, la desmotivación académica y la comorbilidad con trastornos del ánimo o de conducta.

El adolescente con TDAH puede experimentar sentimientos de incomprensión (“nadie me entiende”, “siempre me equivoco”), lo que refuerza el abandono o la oposición. El acompañamiento emocional y la adaptación educativa son fundamentales.

  • Edad adulta

En la adultez, los síntomas se expresan de forma más interna: desorganización, procrastinación, impulsividad en decisiones, dificultad para priorizar o mantener rutinas estables. Muchos adultos descubren su diagnóstico tras años de fracaso percibido o relaciones conflictivas.

Los estudios actuales destacan que el TDAH adulto se asocia con mayor vulnerabilidad al estrés, problemas laborales, desregulación afectiva y baja percepción de autoeficacia. No obstante, también se reconocen fortalezas: creatividad, pensamiento divergente y capacidad para el multitasking en entornos estimulantes.

4.    Evaluación y diagnóstico psicológico

El diagnóstico del TDAH requiere una valoración clínica exhaustiva, no basta con cuestionarios ni observaciones aisladas. El profesional debe integrar información procedente de entrevistas clínicas, informes escolares, pruebas psicométricas y observación directa.

Una comunicación clara con la familia y el entorno educativo es esencial para diferenciar síntomas del desarrollo normal y evitar etiquetas inadecuadas. La evaluación psicológica no busca “poner un nombre”, sino comprender el funcionamiento global de la persona y orientar la intervención.

5.    Intervención y tratamiento con evidencia científica

La investigación ha demostrado que el abordaje más eficaz del TDAH es multimodal: combina tratamiento psicológico, intervención psicoeducativa y, en algunos casos, apoyo farmacológico.

En cuanto a la intervención psicológica, las terapias cognitivo-conductuales (TCC) constituyen la base. Su objetivo es entrenar habilidades de organización, autorregulación emocional, planificación y manejo del tiempo, a través de estrategias concretas (uso de agendas visuales, autoinstrucciones, descomposición de tareas, reforzamiento positivo).

En la infancia, los programas de entrenamiento a padres enseñan pautas educativas consistentes y refuerzan la comunicación familiar. En adolescentes y adultos, la TCC se combina con técnicas de mindfulness, entrenamiento en funciones ejecutivas y restructuración cognitiva para reducir la impulsividad y la autocrítica.

En los últimos años, las intervenciones basadas en la evidencia neuropsicológica (por ejemplo, programas de rehabilitación cognitiva o neurofeedback) han mostrado resultados prometedores, aunque su eficacia sigue siendo moderada.

En adultos, en cambio, la terapia se centra en la organización personal, la gestión del tiempo, la toma de decisiones y la regulación emocional. Las sesiones suelen incluir entrenamiento en planificación semanal, técnicas de priorización, control de impulsos y estrategias de afrontamiento del estrés.

El trabajo con la pareja o la familia resulta útil para mejorar la comprensión mutua y reducir los conflictos derivados de olvidos, impulsividad o cambios de ánimo.

Desde luego y a modo de síntesis: se sabe que el componente humano (la relación terapéutica, la motivación y la alianza de trabajo) continúa siendo el factor predictor más sólido del éxito de la intervención.

6.    Conclusión

El TDAH no es una moda ni una excusa, sino una realidad clínica que requiere comprensión, apoyo y estrategias adaptadas. Para familias y docentes, la clave está en estructurar rutinas predecibles, reforzar los logros y mantener una comunicación positiva. Para adultos con TDAH, resulta fundamental aprender a planificar, aceptar la propia forma de funcionar y apoyarse en recursos externos (agenda, recordatorios, supervisión).

Detectar, comprender y acompañar a tiempo puede transformar el pronóstico y permitir que las fortalezas del TDAH (tales como la energía, la creatividad y la intuición) se conviertan en aliadas, no en obstáculos.

En Códex Psicología podemos ayudarte con ello, no dudes en contactar. 

 

 

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