Todos sufrimos o hemos sufrido decepciones a lo largo de la vida. Estas son el fruto de la existencia de una baja congruencia entre las propias expectativas y la realidad que experimentamos. Si ambas no se encuentran alineadas o ajustadas entre sí, conducirán a un estado de fuerte malestar.
La decepción engloba diferentes emociones como tristeza ante una pérdida, enfado ante la interpretación de una injusticia, o impotencia y frustración al no conseguir algo que deseábamos.
Sufrir una decepción puede llevar temporalmente al aislamiento y la desconfianza, no obstante, si no se gestionan las emociones que conlleva, con el tiempo repercutirá en la autoestima, generando una gran pérdida de confianza.
Este sentimiento conducirá al planteamiento de si las expectativas eran correctas o, si por el contrario no estaban alineadas con la realidad. Esta reflexión resulta muy útil para ajustar las expectativas de una manera más realista en el futuro.
Tipos de decepciones más frecuentes
-Relacionadas con los vínculos amorosos:
Al conocer a una persona especial se generan expectativas e ilusiones, sin tener demasiado en cuenta que la otra persona tiene las suyas propias y pueden no coincidir. Para minimizar las posibilidades de pasarlo mal, resulta efectivo expresar las propias expectativas y mostrarse claro y natural.
-Relacionadas con el ámbito profesional:
En ocasiones, el establecimiento de altas exigencias y expectativas en el ámbito laboral impide una evolución y crecimiento efectivos. Es necesario ajustar realistamente las metas para que resulten alcanzables y satisfactorias.
-Relacionadas con las relaciones familiares:
Con frecuencia se busca encontrar en padres, hermanos, etc. aspectos que no estos no pueden ofrecer. La aceptación de las personas tal y como son, sin pretender cambiarlas, ayuda a reducir el sufrimiento generado al no recibir de ellas lo que se espera.
-Relacionadas con la relación con uno mismo:
Cuando el “yo ideal” y el “yo real” se encuentran demasiado alejados, se genera una visión poco realista de uno mismo que conduce a la pérdida del respeto propio. Sin embargo, realizando un correcto ajuste, el “yo ideal” puede favorecer el crecimiento, avance y confianza en uno mismo.
¿Cómo gestionar una decepción?
1. Aceptar la realidad tal cual es. Asumir que las expectativas con respecto a alguien o algo no se han cumplido y evitar dramatizar pensando en lo que pudo ser.
2. Identificar y reconocer las propias emociones. Permitir experimentar las emociones que acompañan a una decepción como la tristeza, la rabia, el miedo, o la frustración, así como comunicarlas y compartirlas con personas de tu entorno.
3. Revisar pensamientos y creencias, evitando la rigidez y asumiendo que no se puede tener el control absoluto de cómo se va a desarrollar la vida.
4. Aprender de la experiencia, siendo amable con uno mismo
5. Moderar las expectativas teniendo presente que, en la vida, a veces se cumplen, y a veces no.
6. Evitar cerrar las puertas a nuevas experiencias por miedo a volver a sufrir.
¿Cómo continuar tras una decepción?
Todas las personas alguna vez se han sentido decepcionadas por no conseguir algo que anhelaban, por recibir un trato que no esperaban de una persona importante en su vida, por no lograr alguna meta que se habían marcado, etc. Pero anclándose a la decepción, el dolor, o la frustración no se puede avanzar en el camino y disfrutar de nuevos momentos.
Aquellas personas que cuentan con un buen equilibrio emocional, experimentan un menor grado de sufrimiento al unir su bienestar a aquello que está dentro de su campo de acción (pensamientos, actitudes y comportamientos).
Por tanto, es necesario evaluar y ajustar los patrones de pensamiento a la realidad, y medir el propio estado emocional, reflexionando y respondiendo a preguntas como las siguientes:
1. ¿Qué aspectos desearía que cambiasen en mi vida?
2. ¿Cuál es mi mayor ilusión?
3. ¿Cuál es mi mayor preocupación actualmente?
4. ¿Qué es lo que más me gusta de mí mismo?
5. ¿Cómo voy a afrontar mis dificultades?
6. ¿Quién es la persona más importante para mí?
7. ¿Qué es lo que jamás querría perder?
8. ¿Cómo soy realmente?, ¿Cómo no querría ser?
9. ¿Cuál es mi mayor orgullo?
10. ¿Para quién soy imprescindible?
Teniendo en cuenta que los malos momentos son inevitables, la manera de afrontarlos es lo que marcará la diferencia entre la superación o el hundimiento personal.
La inseguridad tiene un gran peso en la experimentación de malestar. Las decepciones emergen porque las expectativas eran poco realistas o porque se piensa que la gente tiene que actuar como uno quiere, y eso es un error que genera un sufrimiento y desilusión innecesarios. Asumiendo que cada persona tiene derecho a pensar y actuar de forma diferente a la propia, se eliminarían muchas decepciones.
Tras experimentar una gran decepción, relativizar y emplear el sentido del humor puede ayudar a superar las barreras y encontrar mejores soluciones.
La resiliencia también contribuirá a superar las decepciones, activando la capacidad de reacción ante la adversidad.
Cuanto mayor es el grado de reflexión y aprendizaje, mayores son posibilidades de dirección de la propia vida, y menor el grado de sufrimiento experimentado.
La intervención desde la psicología
La psicología ofrece tratamiento para abordar estos sentimientos, que pueden manifestarse como apatía, tristeza, irritabilidad y problemas de concentración. En Codex Psicología te aportamos:
- Un enfoque personalizado: El tratamiento se adapta a las necesidades específicas del paciente.
- Terapia breve y eficaz: Se busca solucionar el problema desde la raíz con una terapia breve y profunda.
- Profesionales experimentados: Se cuenta con psicólogos con experiencia en el manejo de diversas problemáticas emocionales.
- Atención online: Ofrecemos terapia online para acompañar al paciente sin importar dónde te encuentres.